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Continúe descubriendo la historia de Dior
09

La arquitectura de un vestido

La maison Dior, que comenzó con solo tres ateliers en 1947, había acumulado 28 en 1953, y cada uno contaba con entre 20 y 40 trabajadores.

“Quería ser arquitecto, pero soy un modisto que respeta las leyes y los principios de la arquitectura. Un vestido se construye siguiendo la dirección de los tejidos. Ese es el secreto de la costura, que se rige por la primera ley de la arquitectura: la que exige obedecer a la gravedad”.

Para que un boceto evolucione hasta el look final, se necesitan varias sesiones de prueba, y la perfección de una colección en ese momento requería 9000 metros de tela y 35 km de lonas para probar los patrones. Para tener éxito, las piezas deben estar bien cortadas y bien cosidas: “el verdadero trabajo es conseguir que todas las manos que cortan, cosen, prueban y bordan expresen todo lo que he sentido”, explicó Christian Dior.
Christian Dior, que deseaba crear vestidos estructurados, comenzó a revestir sus tejidos con percal o tafetán desde el principio, al tiempo que fortalecía los dobladillos con algodón con el objetivo de otorgarles más consistencia a sus looks. Bajo la dirección de Marguerite Carré, los ateliers recuperaron o inventaron las técnicas que, en conjunto, se convertirían en la “mano Dior”, ligeramente perfeccionada en cada temporada con cada nueva silueta y perpetuada por los directores creativos que sucedieron a Monsieur Dior.

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El baile Dior
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La arquitectura de un vestido

La maison Dior, que comenzó con solo tres ateliers en 1947, había acumulado 28 en 1953, y cada uno contaba con entre 20 y 40 trabajadores.

“Quería ser arquitecto, pero soy un modisto que respeta las leyes y los principios de la arquitectura. Un vestido se construye siguiendo la dirección de los tejidos. Ese es el secreto de la costura, que se rige por la primera ley de la arquitectura: la que exige obedecer a la gravedad”.

Para que un boceto evolucione hasta el look final, se necesitan varias sesiones de prueba, y la perfección de una colección en ese momento requería 9000 metros de tela y 35 km de lonas para probar los patrones. Para tener éxito, las piezas deben estar bien cortadas y bien cosidas: “el verdadero trabajo es conseguir que todas las manos que cortan, cosen, prueban y bordan expresen todo lo que he sentido”, explicó Christian Dior.
Christian Dior, que deseaba crear vestidos estructurados, comenzó a revestir sus tejidos con percal o tafetán desde el principio, al tiempo que fortalecía los dobladillos con algodón con el objetivo de otorgarles más consistencia a sus looks. Bajo la dirección de Marguerite Carré, los ateliers recuperaron o inventaron las técnicas que, en conjunto, se convertirían en la “mano Dior”, ligeramente perfeccionada en cada temporada con cada nueva silueta y perpetuada por los directores creativos que sucedieron a Monsieur Dior.

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